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"Carburantes y energía: Madrid decide, Navarra pierde"

Por Mikel Asiain, parlamentario foral de Geroa Bai

Mikel Asiain Mikel Asiain

“El pan será más caro mañana y el IPC sigue al alza por la subida de los carburantes”. Fue el titular de portada, a cuatro columnas, de este mismo periódico del pasado 31 de mayo. Luego la subida del pan se produjo el miércoles 1 de junio.

La noticia continuaba con un subtítulo que decía que el incremento del precio de la barra oscilaría entre 2 y 5 céntimos.

Lo señalé al hilo de una pregunta que hice a la consejera de Economía y Hacienda, en la sesión plenaria del Parlamento del pasado día 2 de junio. Pregunta acerca de qué manera y en qué cuantía estaba afectando a las arcas forales la rebaja de veinte céntimos en el precio de los carburantes decretado desde Madrid, y al que debieron responder, en primera instancia, los propietarios de los establecimientos, y que había entrado en vigor el pasado 1 de abril. Recordemos cómo debía ser el proceso: Madrid decide la rebaja; los propietarios de las instalaciones tienen que hacerla efectiva, adelantando, si fuera preciso, de sus bolsillos los importes correspondientes; el Gobierno de Navarra paga a esos propietarios; y, finalmente, el de Madrid, a posteriori, y, en principio, sin fecha hará lo pertinente para resarcir lo adelantado por las arcas de la Comunidad Foral.

Cuestión sobre la que ya le había preguntado con anterioridad, justamente cuando iban a entrar en vigor, dadas las dudas que en Geroa Bai nos generaban tanto la forma como el fondo de la medida.

 

Pregunta que, en definitiva, y por segunda vez, ponía en solfa la efectividad de esa decisión. Además de la tomada hace un año en torno a la rebaja del IVA de la luz, que también iba incluida en la interpelación.

 

Porque… ¿qué ha ocurrido entretanto?

Pues acudamos nuevamente al titular del pasado jueves de este mismo diario, que apuntaba que “el precio de la gasolina alcanza ya los 2,17 euros y llenar el depósito ya cuesta 108,5 euros”. Y continuaba con un subtítulo que señalaba tres cuestiones fundamentales: la primera, que “en un año el consumidor ha pasado a pagar 41 euros más”; la segunda, que “en tres semanas se ha encarecido un 8,5%”; y, por último, que “el litro de diésel está a punto de superar los dos euros”.    

 

Alguien, no sé quién, no sabemos en Geroa Bai quién, no sólo se ha merendado la cena, sino que también se ha almorzado la comida. Es lo que indiqué en mi intervención a la consejera para indicarle nuestro desacuerdo con la eficacia de la decisión tomada en Madrid.

Pero no somos los únicos que en este tiempo están cuestionando la validez de esa propuesta. Porque incluso la señora Calviño, ministra de Economía y compañera de partido de nuestra consejera -y de quehaceres en los temas fiduciarios-, había reconocido públicamente, unos días antes, que el descuento de 20 céntimos que se está aplicando en las gasolineras a los carburantes no está funcionando tal y como esperaba el Gobierno, y admitió que se estaban planteando otras medidas, en caso de que se extendieran los descuentos más allá del 30 de junio, fecha marcada, en principio, para su finalización.

El presidente Sánchez anunciaba unos días más tarde, tras el cuestionamiento público de su ministra, que la rebaja de los veinte céntimos se prorrogaba hasta el 30 de septiembre. Noticia que, sin duda, habrá alegrado enormemente a los millones de turistas que visitarán el estado durante este verano, y que se beneficiarán de la medida. O a todos quienes simplemente utilicen las carreteras del país como vía de tránsito hacia sus destinos finales, el Magreb por ejemplo.

El avance de la inflación de mayo, difundido el día 30 de ese mes por el Instituto Nacional de Estadística, seguía siendo muy preocupante, ya que el ligero descenso del IPC registrado en abril, y que supuso un pequeño respiro en la constante subida de precios, no ha tenido continuidad y la inflación ha repuntado nuevamente hasta el 8,7%, impactando fundamentalmente en los sectores más vulnerables de la población. Repunte debido, especialmente, al encarecimiento de los ¡¡¡carburantes!!! y los alimentos.

El precio de la gasolina, por citar tan sólo un ejemplo, supera ya los 2 euros. Índice sin duda de que la ayuda de 20 céntimos por litro de combustible no sólo ha beneficiado de manera especial a quienes disponen de mayores recursos, de un mayor poder adquisitivo, sino que ha podido tener un efecto rebote mediante el que el progresivo aumento de precios ha “absorbido” -¿almorzado, comido, merendado, cenado, podríamos decir?- gran parte de la subvención.

Recordemos, por otro lado, que el Ejecutivo Central decidió hace ya un año la rebaja del IVA del 21 al 10 por ciento bajo la premisa de que ayudaría a que la creciente escalada del costo que estaban sufriendo la electricidad y el gas afectaría en menor medida al recibo de la ciudadanía.

Medida que hubo que trasponerse desde Navarra, dado que nuestra Comunidad tan sólo tiene competencias de gestión, pero no de regulación propia en ese impuesto.

Si bien el precio medio de la luz en el mercado mayorista ha bajado en mayo por segundo mes consecutivo tenemos que remontarnos a septiembre de 2021 para encontrar un precio medio inferior al de mayo de 2022. El tobogán ha sido incesante desde comienzos del pasado 2021, con pequeños dientes de sierra, pero, en general, con tendencia ascendente.

Todo ello nos hace cuestionarnos la eficacia y la eficiencia de unas medidas que nos vemos obligados a, o bien trasponer por nuestra falta de soberanía para regular como es en el caso del IVA o del Impuesto Especial de la Electricidad, o que directamente tenemos que asumir porque la legislación sobre la materia está en manos estatales.

Porque estamos hablando de importantes cifras de caída en la recaudación de las arcas forales. Cifras que la consejera cuantificó en 52 millones de euros para el primer semestre de 2022 en lo referido al IVA e Impuesto Especial de la Electricidad, y de 21 millones más como adelanto por la rebaja de los 20 céntimos de los carburantes. A los que habría que sumar, en lo tocante a la electricidad, los no recaudados durante el segundo semestre de 2021, que intuimos similares a los del primer semestre de este año.

Caída, descenso, disminución de recaudación, llamémosle como queramos, por unas medidas tomadas en Madrid, pero de muy dudosa incidencia -vista la evolución de los precios- en el bolsillo de la ciudadanía que es quien, mes a mes, tiene que asumir el pago de sus recibos.

Creemos en Geroa Bai que habría sido más eficiente un plan propio de ayudas, que premiara en especial a las rentas más bajas. Diseñado en Navarra, y para nuestra Comunidad. Esos millones de euros habrían tenido, a nuestro entender, un mejor destino. Y, sobre todo, más justo.

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