"En pro de la economía social y solidaria"
Por Mikel Asiain, parlamentario de Geroa Bai

Hace tan sólo unos días se celebraron en Estrasburgo las jornadas 'Economía Social, el futuro de Europa' dentro de la Cumbre Europea de Economía Social que organiza anualmente la Comisión Europea, y en la que el Consejero Irujo presentó el II Plan Integral de Economía Social de nuestra Comunidad.
Un evento propicio para hacer visibilizar los objetivos de Navarra en ese ámbito: los cuantitativos, que persiguen la creación de 362 empresas y 4.030 nuevos puestos de trabajo; y los cualitativos, que buscan contribuir a una mayor cohesión social y territorial, y trabajar por el mantenimiento, recuperación y creación de empleo equitativo, inclusivo y sostenible.
La mera invitación a ser uno de los protagonistas del evento supone un espaldarazo a una política pública que apuesta por un contenido transformador en la economía.
La economía social representa en Europa a 2,8 millones de empresas y entidades, que emplean a 13,6 millones de trabajadores, lo que supone alrededor del 6,3 % de la población activa de la Unión.
En Navarra son más de 1250 empresas, con 20.000 empleos que suponen el 8,5% de los puestos de trabajo en el sector privado, y una facturación de más 2.400 millones. Aúnan, además, a 28.000 socios y voluntarios en esas empresas.
Datos muy positivos, sin duda, pero que deben servir de acicate para profundizar en su crecimiento cuantitativo y cualitativo, para avanzar en un modelo que basa su acción en principios y prácticas de cooperación, solidaridad, ética y autogestión democrática, frente al darwinismo social del “más fuere se come al débil” -la ley de la selva, popularmente- preconizado por los adalides del neoliberalismo, que no sólo persiguen la bajada de impuestos para hincar el diente en sectores esenciales como el socio-sanitario o el educativo -previamente abandonados por las instituciones públicas mediante el perverso juego de no destinar a los mismos partidas presupuestarias adecuadas-, sino que además pretenden ir ganando terreno en eso que ellos denominan meramente mercado -esa es su cosmovisión de la sociedad- desde una concepción pura y exclusivamente mercantilista. Dinero por dinero. Ayuso y Lasquetty, sin ir más lejos.
Afortunadamente esa visión instaurada en la economía social, esa misión más humanística, ha ido calando también, en cierto grado, en el mundo empresarial; ha logrado infiltrarse entre los valores de muchas empresas, que hace tan sólo unos años ni lo consideraban, a través de la denominada Responsabilidad Social Empresarial. Se ha comprendido que debe haber una corresponsabilidad para con la sociedad en la que se vive desde un enfoque integrado, centrado en las personas y sensible con respecto al planeta.
Valores que han quedado recogidos en los Objetivos de Desarrollo Sostenibles, lanzados desde la ONU y asumidos internacionalmente y que para su consecución tienen que ir acompañadas de una política basada en la solidaridad y en la redistribución, propiciadas por las Instituciones Públicas mediante medidas sociales, fiscales, de crédito, de inversión, de contratación pública, industriales y de formación, entre otras. En todo ello deberíamos centrarnos.
Como paradigma de todo ello, la Economía Social y Solidaria persigue movilizar y redistribuir los recursos y los excedentes de modo proactivo con formas inclusivas que satisfagan las necesidades esenciales de las personas. La persona, en el centro, por tanto. Parte de un enfoque económico que favorece la descentralización y el desarrollo local y está dirigido por valores éticos como la solidaridad y el comercio justo. En su vocabulario no existe el término deslocalización.
Hacemos nuestras, de Geroa Bai, esas aspiraciones de las empresas de economía social y solidaria que persiguen, al mismo tiempo, una combinación de objetivos económicos, sociales, medioambientales y emancipadores, y que proporciona oportunidades como creación de empleo, acceso a los mercados, suministro de intermediación financiera y economías de escala. Porque…
- En la esfera social ofrece una mejor protección ya que se construye a partir de los principios de mutualismo, solidaridad y reciprocidad y defiende la protección social integral y la redistribución.
- En la esfera medioambiental promueve la justicia en ese ámbito y aspira a garantizar que la actividad económica mejore, en lugar de reducir o destruir, el capital natural.
- El empoderamiento no se refiere únicamente a la dimensión económica sino también a aspectos políticos, para ofrecer voz y representación mediante la autoorganización, la gobernanza participativa y la acción colectiva a múltiples niveles.
Teníamos claro que el actual modelo estaba agotándose y que la crisis ha terminado de finiquitarlo, por lo que urge anteponer en el nuevo todas esas cuestiones que se priman desde la economía social y solidaria. Cuestiones que ayudarán a romper con las diferentes brechas del ámbito laboral que denunciamos en el pleno monográfico celebrado en el Parlamento hace poco más de un mes.