Volver atrás

"Nuestra memoria, radical y rigurosa"

Por Koldo Martínez, concejal de Iruñea

    Koldo Martínez Koldo Martínez

    Confieso que solo desde el enfado y la rabieta infantil que surge de la frustración ante la derrota por la no aprobación en el Ayuntamiento de Iruñea de una oportunista propuesta de declaración se puede comprender el tuit del PSN-PSOE de Pamplona en el que anuncia o denuncia lo que llaman “el acercamiento imcomprensible de Geroa Bai con UPN-PP”.

    Geroa Bai no se ha movido de donde estábamos en la defensa de la memoria y de la verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición para con las víctimas. Y eso nos coloca en las antípodas de estos dos partidos pero también nos mantiene a cierta distancia de quienes, como el PSN-PSOE, pretenden pasar de suspender la memoria a lo largo del tiempo a intentar ahora apropiársela.
    Y es que, por ejemplo, entre 1983 y 1991, la gestión de los gobiernos socialistas en Navarra y en el Estado obvió completamente la memoria histórica. Una muestra elocuente de esa actitud se dio en diciembre de 1992 en el debate sobre una moción de Izquierda Unida, cuyo ponente fue por cierto Félix Taberna, hoy vicepresidente del gobierno de Navarra, acerca de la eliminación de los símbolos fascistas. En aquella ocasión, el portavoz del PSN, Aladino Colín, comenzó su intervención centrándose en el anacronismo y en el carácter artificial de la cuestión “cuando no es un debate que se plantee la sociedad ni una preocupación de la sociedad”, abogando por dar protagonismo a “los asuntos relacionados con lo que de verdad importa” y por adoptar “acuerdos de conservación de los símbolos anteriores”.
    Catorce años antes, en febrero de 1978, una resolución del Comité Provincial del PSOE de Navarra, reconocía el carácter trágico de los asesinatos en Navarra durante la guerra civil, señalaba que el PSOE navarro colaboraría con la comisión gestora del “numeroso grupo de independientes” que estaba trabajando en pro de la confección de un listado de los asesinados y de su traslado a los cementerios, pero rechazaba celebrar “cualquier acto público en torno a este tema” porque “puede no contribuir a afirmar el espíritu de amnistía” al poder ser “mal interpretada por importantes sectores de la población, que verían en nuestro partido una imagen revanchista” y “porque, como ya ha sucedido en ciertos lugares alguna vez, podríamos vernos implicados en maniobras de grupos políticos o ideológicos, que no nos favorecen en absoluto”.
    Y hablando de acercamientos incomprensibles, solo quiero recordar el apoyo en Navarra de PSN-PSOE a los gobiernos de UPN entre 1996 y 2015, la coalición de gobierno con ese partido de 2011-2012 y el apoyo a ayuntamientos de Na+ en 2019. No tan lejos en el tiempo.
    La postura de Geroa Bai en el Ayuntamiento de Iruñea ha sido clara y veraz. Como lo fueron nuestras enmiendas en el Senado que fueron totalmente laminadas y cuyo contenido era mucho más radical y riguroso que el planteado por el PSOE y Unidas Podemos. La ley finalmente aprobada con el apoyo de los demás partidos, incluido Bildu, constituye en muchos apartados un brindis al sol y rehuye cuestiones importantes como la de los victimarios y como la memoria más cercana en el tiempo. 
    Nosotros estamos convencidos de que sin un cambio en algunos artículos de las leyes estatal de Memoria Democrática y Foral de reconocimiento y reparación moral de las ciudadanas y ciudadanos navarros asesinados y víctimas de la represión a raíz del golpe militar de 1936, cualquier iniciativa que se plantee en el monumento a “los caídos” será susceptible de recursos legales por cualquiera (léase UPN, PP, VOX, entre otros) y no hará más que entorpecer o imposibilitar las modificaciones (parciales o total) en ese edificio que, creemos y compartimos, la mayoría de la sociedad desea.
    Por cierto, parte de la responsabilidad de la dificultad para los cambios en el edificio parten de la resolución resolución 673/2008 del TAN, cuyo ponente fue Miguel Izu, que argumenta que el Monumento no constituye un símbolo franquista al haber sido reconvertido en sala de exposiciones y haberse tapado la simbología original franquista. Afirmación no del todo cierta porque el rótulo franquista de la fachada únicamente se ha cubierto con una lona expuesta a los vientos, y las leyendas del interior del edificio y las pinturas propagandistas de la cúpula siguen ahí, para deleite de franquistas y revictimización de sus víctimas. Resolución en la que se han basado algunas sentencias judiciales posteriores y, mucho me temo, el propio artículo 35 de la ley de memoria democrática.
    Por eso hemos votado en contra de la propuesta del PSN, porque nosotros no queremos marear la perdiz, nosotros queremos cazarla. Y nuestro objetivo no es entretener a las víctimas haciéndoles ver como que algo estamos haciendo sino decirles la verdad y mostrarles el enrevesado vericueto legal con el que nos topamos a la hora de cualquier intervención en ese edificio. Y es que, en nuestra opinión, la ley de memoria democrática, tal y como se aprobó, amnistía el edificio a los caídos y no permite intervenir sobre él, por lo que, a pesar nuestro y por el empecinamiento de algunos grupos políticos en no cambiar la ley, el monumento a los caídos seguirá siendo un símbolo de exaltación del bando franquista y un lugar de humillación para las víctimas.
    Nosotros apostamos por una memoria histórica radical y rigurosa. Ojalá el PSN abandone su apocamiento de decenios y su postureo poco efectivo de los últimos años y apueste sin fisuras por un compromiso sin ambages asentado en el rigor jurídico.
     
     
     
     

    Suscríbete a nuestra newsletter