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Partitocracia. ¿Todo “por los pueblos”, pero “sin los pueblos”?

Por Pablo Azcona, parlamentario foral de Geroa Bai

    Pablo Azcona Pablo Azcona

    En los últimos años, las llamadas a frenar “la España o la Navarra vaciada”, defender el equilibrio territorial entre lo urbano y lo rural, o invocar la participación ciudadana en los ayuntamientos son constantes por parte de todos los grandes partidos.

    Hoy les voy a contar una historia que demuestra cuál es el interés real de los grandes partidos por los pueblos y por la democracia cercana. Una historia de abuso de poder contra quienes se echan a la espalda la tarea de trabajar por mejorar la calidad de vida de sus vecinos y vecinas desde agrupaciones independientes.

    El episodio más reciente lo hemos vivido este 14 de septiembre en el Congreso, al rechazar los grandes partidos la toma en consideración de un cambio legislativo que evite la discriminación contra esta forma de participación ciudadana en la vida de los pueblos. Una propuesta del Parlamento de Navarra que tuve el honor de defender junto a mis compañeros M. de Simón y M. Buil.

    En 2007 un grupo de vecinos y vecinas de mi pueblo, Lodosa, decidimos concurrir a las elecciones municipales de manera independiente, convencidos de que existía una sensibilidad local que en esos momentos no tenía representación en nuestro ayuntamiento. Lo hicimos como una agrupación de electores participativa, cooperativa, abierta. Así nació LOIU (Lodosa Organización de Independientes Unidos), iniciando una trayectoria con 15 años de existencia, y más de 10 ostentando la alcaldía de mi pueblo.

    De lo que no éramos conscientes entonces, era de las discriminaciones que en las sucesivas convocatorias íbamos a sufrir por parte de las leyes que rigen los procesos electorales y de financiación de partidos.

    En Navarra, desde las primeras elecciones municipales de 1979,  la forma dominante que elegimos en los pueblos navarros para abordar la política municipal son las agrupaciones locales. 217 de los 272 municipios navarros tienen en sus corporaciones agrupaciones electorales locales. En la mitad de ellos no hay partidos políticos, y en el 65% de los pueblos navarros las alcaldías están bajo responsabilidad de estas agrupaciones locales.

    Sabíamos cuando nos metimos en esto que tener sólo la actividad política local como objetivo implicaba la aplicación de un precepto legal que nos limita nuestro gasto para poder afrontar una campaña electoral en 0,11€ por habitante. Sabíamos también que no podríamos disponer del complemento provincial de 156.000€ del que disponen los partidos políticos supramunicipales, lo que de facto hace subir su capacidad de gasto en cada pueblo que se presentan. Y sabíamos que no podíamos disponer de la posibilidad de que nos enviasen la papeleta electoral local en el sobre del partido desde Pamplona, el mayor coste de campaña.

    Ya te habrás percatado de que estas leyes las hacen “esos partidos”, y que las ventajas comentadas necesitaban de otras que hicieran pinza para impedir un crecimiento de agrupaciones locales que se estaba dando en todo el Estado. Dicho y hecho, los grandes partidos aprobaron ante las Municipales de 2015 un Régimen Sancionador que impone una sanción mínima de 50.000€ para quien se pase un 10% de su límite.

    En el ejemplo de Lodosa, con 5.000 habitantes por 0,11€ “nuestro límite de gasto electoral” era de 550€, el 10% del límite (sobre los 550€) supone que por excedernos en 55€, tenemos una sanción de 50.000€. La pinza perfecta; pensada y pactada por los grandes partidos que aparcan sus diferencias cuando hay reparto de cuotas judiciales, cuotas de pantalla, o una ley electoral que les dé ventaja. Nada es casualidad, “corregida la Ley, aumentada la Trampa”

    Ante semejante aberración, en esos momentos yo era presidente de la FNMC, comenzamos a hablar con el resto de agrupaciones y partidos locales de Navarra, que entonces empezaron a ser conscientes de la situación.

    Como presidente me reuní con los grupos parlamentarios representados en el Congreso y Senado, con el Ministerio de Política Territorial, con la FEMP, haciéndoles llegar el problema, acompañado de una solución de modificación trabajada por los servicios jurídicos. El Parlamento de Navarra tramitó nuestra propuesta con los votos de Geroa Bai, EH Bildu, Podemos e IE, pero la disolución de las Cortes españolas hizo decaer la propuesta.

    En este empeño seguí en mi papel de parlamentario foral con Geroa Bai. Una proposición presentada en el Parlamento de Navarra, que, ante las nuevas mayorías políticas, fue descafeinada por sendas enmiendas de NA+, y aun así conseguimos que se tramitase ante el Congreso de los Diputados.

    El pasado martes los grupos parlamentarios del Congreso tenían que decidir si tomaban en consideración la propuesta de modificación que llevábamos en representación del Parlamento de Navarra.

    Pero no. Aparte de tener que escuchar algunas respuestas insultantes para nuestra tierra, acabamos viendo cómo la vieja política sigue defendiéndose ante lo que consideran peligros para sus privilegios. El PSOE llamó fascista a VOX para obtener “licencia para pecar”, pero se unieron con ellos para votar en contra con la abstención cómplice del PP. No me importa pasar por iluso, pero defendí la propuesta democrática navarra con el entusiasmo de pensar que saldría adelante; fue una gran decepción. Y un baldón para más de 200 agrupaciones locales navarras y más de 600 españolas.

    Con estas posiciones se pierde en lo Global y en lo Local. Se pierde en calidad democrática y en incremento de la verticalidad; las instituciones más cercanas al vecino no ganan nada con el “de arriba abajo” de los grandes partidos.

    En los últimos 15 años en Navarra han florecido iniciativas municipalistas independientes centradas en su pueblo; vitales, participativas, entusiastas. Un municipalismo abierto y comprometido con el horizonte de un mundo rural vivo y del tan necesario equilibrio y cohesión territorial en Navarra. Las agrupaciones de electores y pequeños partidos políticos no solo se presentan, sino que en los municipios más pequeños son los únicos que lo hacen. Y en gran cantidad de ellos, pequeños y no tan pequeños, son ampliamente respaldados por la ciudadanía.

    Todo mi respeto por las personas que se presentan en agrupaciones independientes, y el mismo respeto y consideración por nuestros paisanos que deciden hacerlo bajo las siglas de sus partidos; que, una vez en el ayuntamiento, todo el mundo arrima el hombro y también hay alcaldías y concejalías de partido tan buenas como las mejores.

    Yo mismo soy miembro de una agrupación local, LOIU, y mi paso por el ayuntamiento ha sido la mejor y más exigente escuela de gestión. Pero también soy parlamentario de Geroa Bai y secretario de organización de un partido político, GEROA SocialVerde, municipalista de raíz. Es decir, GEROA no aspira a absorber a ninguna agrupación, sino a comprometerse con ellas; con los principios más arriba descritos y con su independencia partidaria. Porque somos conscientes de que en un pueblo las agrupaciones acogen sensibilidades partidarias transversales y principios comunes a su vecindad. El municipalismo y mi agrupación local son el nervio de mi vida institucional, y políticamente siempre me sentiré comprometido con ello.

    En el trabajo por nuestro pueblo si vamos a luchar “por los pueblos”, hagámoslo “con los pueblos” de la mano de la gente más comprometida. No hay trabajo y compromiso más agradecido porque se hace de tú a tú y a pie de calle; y doy fe de ello.

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