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'Reforma fiscal: la virtud del término medio'

Por Jokin Castiella Imaz, parlamentario foral de Geroa Bai y presidente de Gazteok Bai

Jokin Castiella Jokin Castiella

Es cita célebre la de aquel ministro de finanzas de Luis XVI que reza que el arte de recaudar impuestos consiste en desplumar el ganso de modo que se consiga la mayor cantidad de plumas posible con la menor cantidad de graznidos.

Parece que algunos han preferido no desplumar demasiado al ganso, no vaya a ser que los graznidos despierten el autocomplaciente sueño de quienes dicen, aun sin ser cierto, que no era necesaria una reforma fiscal como la que hemos aprobado en Navarra recientemente. Son los mismos que cuanto más nos acercábamos al precipicio de los recortes, de la paralización de los servicios públicos y del no poder hacer frente a las urgencias que acuciaban y aún lo hacen a la sociedad, apostaron en 2014, en un alarde electoralista, por una bajada de impuestos indiscriminada, poco o nada equitativa y desde luego nada equilibrada, entre el alboroto y regocijo de los que hoy graznan por lo ajustado del presupuesto al que tiene que hacer frente el Gobierno actual.

No nos parecía entonces razonable, y menos nos los parece hoy, que la reforma fiscal aprobada en 2014 fuera la adecuada y menos aún la que necesitaba Navarra. Una Navarra endeudada e hipotecada por las infructuosas compraventas de acciones de Iberdrola, circuitos de Los Arcos, obras de trenes a ninguna parte o autovías sujetas a leoninos peajes en la sombra. Todo ello ha provocado un agujero de 365 millones de euros a las arcas forales y resulta evidente que aquella reforma fiscal de 2014 que vino a mermar considerablemente la capacidad recaudatoria de Navarra no hacía sino acercarnos más al precipicio.

Partíamos de un sistema, además de ineficaz, sin ningún tipo de criterio en cuanto a equidad ni progresividad. Lo que algunos consideran hoy una subida generalizada de impuestos no es sino el esfuerzo que se debe hacer para devolver el equilibrio a un sistema que a todas luces resultaba injusto ya que rebajaba la carga fiscal a todo contribuyente por igual, rentas altas o bajas, sin atender a la realidad de quienes más están padeciendo esta crisis de la que no son culpables y la de quienes pueden vadearla con más o menos holgura.

Cuando se habla sobre una cuestión que afecta tan directamente a la ciudadanía, es necesaria una dosis mínima de responsabilidad, realidad y datos. En este sentido, la Encuesta Anual de Estructura Salarial elaborada por el Instituto de Estadística de Navarra afirma que en 2013 el sueldo medio bruto en Navarra era de 23.836 euros. Subrayo lo de medio ya que la actual reforma fiscal aumenta los tipos de retención del IRPF a partir de una cantidad muy similar, 23.250 euros, por lo tanto, la reforma grava más solo a quienes ingresan por encima de la media. Pero, aparte de eso, la clave está en lo moderado y progresivo del incremento, de tal modo que en el primer tramo, el aumento es de 0,5 puntos respecto a la tabla de retenciones de 2015 y, dicho sea de paso, 1,5 puntos inferior que en 2014, situación previa a la electoralista reforma de UPN y PSN.

Una reforma en la que la presión fiscal aumenta moderadamente cuanto mayor es la renta, en busca de una redistribución más equitativa. Algo con lo que están de acuerdo la mayoría de los navarros y navarras, según resaltaba un sondeo elaborado por CIES en diciembre de 2015. Concretamente, el sondeo recogía que el 53% de los navarros se mostraba favorable a la subida de impuestos a las rentas altas y medias. Tal y como lo definió Aristóteles, “la virtud está en el justo término medio entre dos extremos” y en este caso un extremo lo encabezan los 9.200 hogares sin ningún tipo de ingresos que se contabilizaron en Navarra en marzo de 2015 y que necesitan ayuda con urgencia. Por el contrario, en 2009, los diarios destacaban que los navarros y navarras con rentas altas se caracterizaban por ser de las que menos impuestos pagaban de Europa en comparación con países como Francia o Alemania, y eso no lo entendería Aristóteles más que como una agresión a la propia “virtud”. Por tanto, ¿debemos o no dirigir nuestros esfuerzos hacia una sociedad más solidaria y justa?

No podemos permitir que las personas con menos recursos -definamos ese complicado de definir límite bajo los 23.250 euros- se vean privados de la mejor educación pública, sanidad o atención social, especialmente si se encuentran en situación de dependencia o vulnerabilidad. En definitiva, el apoyo económico necesario para tener una vida digna y recuperar los niveles de bienestar perdidos durante tantos años de Gobierno de UPN: años de recortes que todavía siguen lastrando la economía navarra y, de los que Geroa Bai es consciente, todavía tardaremos en recuperar.

Este gobierno cree en una sociedad solidaria, justa y equilibradora. En una sociedad en la que, quien más tenga, invierta más al bien común. Y digo invierta porque en Geroa Bai creemos que Derechos Sociales, Sanidad o Educación no son un gasto, sino una inversión a futuro. La muestra de que estas palabras vienen avaladas por datos son los recién aprobados Presupuestos de Navarra. Unas cuentas con unas prioridades sociales muy marcadas, en las que aumentan las partidas e inversiones destinadas a Educación (4,87%), Salud (5,96%), Derechos Sociales (9,23%) o Igualdad (35%).

¿Es ésta la antesala del Apocalipsis que anuncia el tripartito de la oposición? Quizá lo sea para aquellos que durante años han estado gobernando a la medida de unos pocos y han priorizado el gasto en monumentos al despilfarro como el Navarra Arena. No lo será en cambio para la mayoría social. Seguiremos escuchando afirmaciones catastrofistas, pero no nos distraigamos porque queda camino por hacer; por un lado, revertir los años de irresponsabilidades y mala gestión y, por otro, mejorar y desarrollar los servicios públicos de Navarra, la de todas y la de todos.

Graznan, luego cabalgamos.

 

Publicado en Diario de Noticias

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