“Salud mental y condiciones sociales”

El foro “SALUD MENTAL Y CONDICIONES SOCIALES”, promovido por el Grupo de Salud de Geroa Bai el pasado 19 de enero, arrojó importantes conclusiones para la comprensión y abordaje de uno de los problemas que mayor preocupación está despertando en la actualidad: la salud mental

Partiendo de un breve análisis de la situación en la realidad navarra, desde la perspectiva que aporta el marco de los Determinantes Sociales que subyacen en la génesis y mantenimiento del sufrimiento emocional, se pretendió constituir un foro de reflexión, abierto, transversal y sobre todo propositivo, enfocado a la búsqueda de soluciones y propuestas de mejora. Y hacerlo, dando participación a todas las personas, que de un modo u otro, como  usuarias, como familiares o como profesionales se sientan interpeladas ,  para alertar sobre la situación y trasladar a los poderes públicos las propuestas.

Moderado por Esther Cremaes (enfermera y psicóloga), participaron Mikel Valverde (psicólogo clínico), Goyo Armañanzas (psiquiatra), Laura Odériz (trabajadora social del Centro de Salud Mental de Antsoain), Aitziber Yárnoz (coordinadora de la Asociación Navarra para la Salud Mental) y Eva Roncero (activista de la Asociación Mejorana).  A las que, desde estas líneas, agradecemos encarecidamente su asistencia, participación y aportaciones.

Haciendo un breve repaso de las ideas centrales, se insistió en la necesidad de reorientar el modelo de atención individual, hacia un abordaje comunitario, marco idóneo para llevar a cabo acciones de promoción de la salud mental y prevención de la enfermedad en todos los niveles. Se abordaron cuestiones de gran interés, como la necesidad de reforzar aquellos factores y acciones generadoras de cohesión y bienestar, de activos en salud, actuando desde todos los ámbitos y sectores: la educación, el empleo, las actividades de ocio y el movimiento asociativo.

Y en medio de todo ello, la coordinación entre distintos sectores sigue siendo una asignatura pendiente y es necesario abordarla, lo que añade un irrenunciable cambio de cultura en la administración.

En este sentido merece especial dedicación la población infanto-juvenil a través de la educación emocional y control de los nuevos estresores a los que se ven enfrentados (redes sociales, ciberacoso, adicciones, etc.).

Igualmente, se abogó por un cambio de modelo, donde en el centro se sitúe a la persona; lo que implica, incorporar a los sujetos como parte activa del proceso, con tiempo suficiente para expresar, planificar y determinar cómo quieren recibir la atención, a través del documento de planificación de decisiones anticipadas. Una propuesta colaborativa, en búsqueda de soluciones compartidas, teniendo en cuenta los derechos de ciudadanía que les asisten y reduciendo al máximo o evitando sistemas de contención; y que permita garantizar un diagnóstico y una intervención temprana como uno de los elementos clave para evitar la cronificación.

En la misma lógica se puso sobre la mesa la necesidad de mejorar y diversificar la distribución de los recursos, implementando otras formas de abordaje no farmacológicas, como la psicoterapia de grupo, incluida la Atención Primaria. Medida sobre la que se aportaron datos que de forma irrefutable avalan la óptima relación coste/beneficio.

Actualmente gran parte de la intervención en salud mental se asienta sobre la prescripción farmacológica, indicación que además de representar un  muy elevado porcentaje económico en el presupuesto en Salud Mental, hubo un amplio acuerdo de reducir, desde argumentos que no  justifica el coste de oportunidad, sus efectos secundarios, sobre todo a largo plazo. Todo esto implica hacer mayor hincapié en el entorno socio-sanitario, con el objetivo prioritario de evitar la cronificación, dando una respuesta integradora, que proporcione soluciones a las personas en su entorno familiar y social habitual, evitando la institucionalización (pisos tutelados, etc.).

Y en este sentido, se impone la necesidad de apoyo a las familias, sobre quienes, en muchas ocasiones, recae el cuidado y sustento económico de estas personas, lo que conlleva situaciones de sobrecarga que merecen ser compartidas y acompañadas.

Para ello, es necesario favorecer la incorporación a una vida autónoma, tratando de adaptar y reforzar   las oportunidades laborales y sociales a las necesidades, capacidades y expectativas, así como promover el “proyecto de vida independiente", lo que entre otras incluye la garantía de disposición económica suficiente a tal fin.

Como propuesta novedosa que reforzarían este modelo, se propone la incorporación de la figura del agente de apoyo entre iguales y del grupo de apoyo mutuo, donde se potencie la escucha activa, la empatía y el compartir estrategias de afrontamiento.

En lo que a la estructura de atención se refiere, es imprescindible e inaplazable establecer una cartera de servicios del sistema público, ya que de lo contrario se pervierte la propia lógica de su funcionamiento. Para ello es fundamental la formación de profesionales en la resolución de los problemas derivados del impacto negativo de las situaciones estresantes de la vida y que, no en todas las ocasiones, deben ser derivadas a la red especializada en Salud Mental.

Se propuso la puesta en marcha de un observatorio de las discapacidades y la Salud Mental, que suponga un sistema de evaluación continua y monitoreo de la realidad en este ámbito.

Para dar seguimiento a este tipo de actuaciones sería conveniente la creación de un “Foro permanente de salud mental”, resaltando la importancia de la inteligencia colectiva y el compromiso social; que  contribuya a la erradicación del estigma, dando visibilidad y voz a las personas usuarias y elaborando guías de divulgación  de un lenguaje no estigmatizante, haciéndolo llegar a los medios de comunicación  y  al mismo tiempo avanzando hacia una sociedad más inclusiva y compasiva.